Volver a casa

Hace mucho me marché del pueblo que me vio crecer, de los hermosos paisajes que lo rodeaban, del campo donde corría de niña, de la finquita de mis abuelos con sus animales y los charcos a donde iba con mis amigos, tuve que irme para tener una mejor vida o eso decían mis padres, para poder estudiar y salir adelante, me fuí triste de mi tierra, yo quería estudiar y tenía sueños fuera de ese acogedor pueblito, pero también quería seguir viviendo ahí, en ese trayecto a la ciudad mi corazón quedó partido en dos, un anhelo por conocer otros horizontes pero también un amor profundo por el lugar donde crecí.  

Viví 5 años en la ciudad, con mucho miedo pues no me generaba la misma seguridad que mi tierrita me daba con todo su despliegue de bella naturaleza, con su flora y su fauna, nada de eso lo tenía mi nuevo hogar más que una vida vacía, poco a poco en esos años fuí cambiando, mi felicidad se fue opacando por un sin sentido de vida, caí en depresión, salvo los pocos meses de vacaciones, que eran donde experimentaba sentimientos bonitos, fueron esos momentos que pasaba al aire libre en el bosques de mi pueblo que sentía una conexión que me hacía sentir viva, con sueños, con un inmenso amor y fue la naturaleza la que me salvó de mi profundo dolor.

Imagen tomada de Enric AI.

Ganador del concurso de cuento de Glamping La Divina Parcela

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